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Había tenido ocasión de conocer algo de la vida en un pueblo de Nueva Inglaterra mucho antes de que estableciera mi hogar en el mismo condado que mi imaginario Starkfield ; no obstante, durante los anos pasados allí, ciertos aspectos llegaron a serme mucho más familiares. Incluso antes de aquella iniciación definitiva, sin embargo, ya había advertido, con gran disgusto, que la Nueva Inglaterra de las novelas guardaba escaso parecido, si exceptuamos una vaga semejanza botánica y dialectal, con la abrupta y hermosa región que yo había conocido.
Incluso la abundante enumeración de helechos, plantas de jardín y laureles silvestres, y la concienzuda reproducción de lo vernáculo me dejaban con la sensación de que los crestones de granito habían sido, en ambos casos, pasados por alto. Tal impresión es estrictamente personal y si dejo constancia de ella aquí es porque explica mi novela Ethan Frome y para algunos lectores puede también en gran medida justificarla.
En cuanto a los orígenes de la historia, eso es todo. No hay nada más que decir de ella que tenga algún interés, excepto lo que se refiere a su construcción.
Conte de la vie ordinaire
Ce livre se lit d'une traite comme un conte de Maupassant : il retrace en quelques scènes la vie d'Ethan Frome, vie de labeur et de sacrifice. Trop pauvre pour partir, il travaille dur, soigne sa mère puis sa femme qu'il a épousée parce qu'elle était là. Quand il découvre l'amour, il ne peut rien choisir : il ne peut que suivre son destin. Le style d'Edith Wharton, sobre, dense, efficace, nous entraîne sans délai vers la chute.