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Disciplina sin lagrimas La mayoría de los padres suelen equiparar "castigo" con "disciplina". Por ejemplo, si un niño de cinco años le pega a su hermana mayor porque está ocupando demasiado espacio en su habitación, los padres podrían responder con un tiempo fuera u otras consecuencias negativas. Sin embargo, este tipo de reacción solo es efectiva a corto plazo. Cuando los padres se centran únicamente en aliviar la incomodidad inmediata de su hijo, se pierden importantes oportunidades para fortalecer su vínculo y promover un crecimiento saludable. El concepto de "disciplina" en realidad significa "instrucción", lo cual es bastante diferente de los rápidos tiempos fuera que dan apresuradamente los padres estresados.
Para adoptar un enfoque más efectivo de la disciplina, los padres deben cambiar su perspectiva sobre su propósito. Solo una minoría de padres reconoce abiertamente su intención de instruir a sus hijos. La mayoría ha aprendido por experiencia personal que los castigos severos no fomentan la confianza y la apertura, esenciales para una relación sana entre padres e hijos. Afrontar situaciones desafiantes como oportunidades de aprendizaje es un objetivo más deseable, con beneficios a largo plazo como la construcción de un fuerte vínculo entre padres e hijos y la promoción del desarrollo neural óptimo.
