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Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha enfrentado un sinfín de dolores, aflicciones y conflictos de todo tipo. La búsqueda de un bálsamo, una llave que alivie el cautiverio físico, mental y espiritual es una constante a lo largo de los siglos. En todas las épocas y en todos los rincones del planeta han surgido hombres y mujeres de gran genio, sabiduría y capacidad de razonamiento. Estos sabios fueron los pilares de las grandes civilizaciones, los progenitores de las grandes religiones.
En un pasado no muy lejano, un avatar notable visitó nuestro mundo: el más grande de los sabios y el más poderoso de los pensadores. Su legado es invaluable, una herencia capaz de transformar vidas. Jesús, la luz más grande que jamás iluminó este planeta, nos dejó un legado de valor inconmensurable. El fallecimiento del Mesías Nazareno, sin embargo, es un acontecimiento cuya esencia no siempre ha sido plenamente comprendida.
Enseñó no sólo a la gente, sino sobre la gente. Sus enseñanzas tenían como objetivo liberar verdaderamente a cada ser, en todos los aspectos de la existencia. Los mensajes perpetuados en el Nuevo Testamento constituyen el tesoro más rico disponible para cada individuo, en cualquier momento y lugar. Jesús proclamó incansablemente: "Al que cree todo le es posible". Esta creencia en posibilidades ilimitadas es la clave para desbloquear el vínculo intrínseco entre cada criatura y su Creador.
El Mesías Nazareno, en su sabiduría, reconoció que aún quedaban muchas cosas por compartir, pero que no todos estaban preparados para comprender. El legado de Jesús es sólo una fracción del vasto iceberg que representa la conexión entre cada ser y su Creador. Jesús, el mensajero de las estrellas, la luz y la verdad, proclamó enfáticamente: "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Esta contundente afirmación denuncia que cada uno de nosotros vive en su propio cautiverio, sin ser consciente de una verdad que sirve como clave para la liberación personal.
En estas páginas, exploramos el verdadero significado de las enseñanzas de Jesús, invitando a cada lector a reflexionar sobre estas lecciones transformadoras. En estas palabras encontramos la promesa de construir una vida llena de sentido, libertad incondicional, amor genuino, paz interior, abundancia y todo tipo de felicidad. Todos nosotros, sin excepción, somos hijos del único Creador, de la única existencia posible: Dios.
La ignorancia o el desconocimiento de esta verdad conduce al uso equivocado de nuestros poderes, resultando en la creación continua de dolor, límites y sufrimiento. El reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza, combinado con el cuidado de nuestros pensamientos y deseos, nos llevará naturalmente a otros niveles de existencia. Así, al desentrañar la esencia de las enseñanzas de Jesús, descubrimos no solo una filosofía de vida, sino una guía para trascender las barreras autoimpuestas y experimentar plenamente la libertad, la paz y la alegría que están intrínsecamente entrelazadas con nuestra propia esencia divina.