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El ser humano es excepcional. Cuenta con cualidades, destrezas y habilidades extraordinarias, superiores a las de las demás especies. Sin embargo, sus anhelos, aspiraciones, caprichos y deseos, basados en las necesidades primarias (fisiológicas y seguridad) y fundamentales (afiliación, reconocimiento y autorrealización), son prácticamente ilimitados. Por esto, persiste un interminable ciclo de necesidad-logro-necesidad, propio de la racionalidad humana, el cual genera inconformidad, insatisfacción y desafía a la monotonía animal, que puede ser positivo (si es mitigado adecuadamente al atender las necesidades fundamentales) o negativo (por ser una fuente natural de frustración, resentimiento y depresión).
Por una parte, el homo sapiens es tan sensacional que todavía no existe una definición precisa acerca del ser humano, éste se distingue por cualidades que le ayudan a sobrevivir y triunfar frente a las circunstancias del entorno, y a la vez, intenta comprender su origen, propósito y destino. Y por la otra, el ser humano, a pesar de sus capacidades extraordinarias, también es propenso a fracasar y sufrir, ya que puede ser víctima de sus estados emocionales desfavorables, al no reaccionar adecuadamente ante las calamidades y las difíciles condiciones del medio ambiente.
Obviamente, tanto el inmenso potencial de desarrollo como las limitaciones constituyen parte de la compleja y misteriosa naturaleza humana. En ese sentido, el excepcional ser humano es capaz de superar las adversidades, lograr metas sensacionales, disfrutar de una vida plena y satisfactoria, y alcanzar la felicidad, dependiendo de la manera cómo se desenvuelve y reacciona ante los hechos fatales. En resumen, el éxito o fracaso en la vida es una cuestión de equilibrio entre las necesidades, emplear las mejores capacidades intelectuales, y superar el dolor y el sufrimiento que infligen las cualidades adversas.
Tal como lo hizo el santo Job, quien a pesar de haber sufrido múltiples desgracias (incluyendo la pérdida de sus medios de producción, la muerte de todos sus hijos y la aparición de una enfermedad permanente que le daba mal aspecto), no fue abatido por los sentimientos negativos, siguió confiando en Dios y espectacularmente, se recuperó y triunfó. O de otra manera, comprender la compleja y misteriosa naturaleza humana es una cuestión de espiritualidad y trascendencia, inmersa en el descubrimiento del significado de la vida y el cumplimiento fiel de ese propósito, procurando servir a la sociedad y a Dios, en vez de concentrarse únicamente en el provecho personal.