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La historia, como un campo de conocimiento específico, está inmersa en una serie de contextos materiales e inmateriales que hacen posible su existencia como labor intelectual. Sus posibilidades de producción y de reproducción en el tiempo tienen que ver con diversas ideas acerca del papel de la escritura como trabajo intelectual y su lugar en la sociedad ; el estudio del pasado y los usos que el Estado nacional le ha dado a ese pasado ; la construcción misma del Estado y la configuración de la nación ; así como el papel que en ello ha tenido la Universidad como institución preocupada por la generación y difusión de conocimiento especializado y nuevo, pero también como centro de referencia para la formación de ciudadanos.
Todos estos aspectos tienen trayectorias particulares en el caso de América Latina, donde la escritura como actividad intelectual tiene unas cualidades específicas. En los procesos de formación del Estado nacional, los escritores llegaron a tener rasgos de autoridad que permitieron que Ias corporaciones letradas que los aglutinaron tuvieran el prestigio necesario para forjar Ias imágenes de la nación y Ias ideas sobre el destino nacional.
En ese entramado, la escritura de la historia tiene un lugar capital. Este libro centra su atención en el ámbito de América Latina cuando se da la transición de la indeterminación de los saberes, durante el siglo XIX, hasta Ia aparición del conocimiento especializado bajo Ias formas de una escritura determinada por los usos de unas formas y métodos promovidos por el surgimiento de instituciones científicas en la primera mitad del siglo XX, a partir de una serie de casos que ilustran los procesos de institucionalización y profesionalización de la historia como disciplina científica.
