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El verdadero éxito viene de aprovechar todo nuestro potencial. No importa cuántas oportunidades y recursos tengamos a nuestra disposición, sólo tendremos éxito cuando empecemos a utilizar deliberadamente nuestra inteligencia para la autodisciplina y la autogestión, sin ninguna presión externa. Pero se trata de desarrollar nuestra propia personalidad, y eso lleva tiempo. Estamos acostumbrados a mostrar a la gente ciertas facetas para desempeñar un papel circunstancial que funcione bien en una situación que queremos que sea favorable, pero conectar con nosotros mismos, con lo que hay más allá de la apariencia exterior, es la clave del éxito.
Por muy buenos actores que seamos o creamos ser, tarde o temprano mostramos nuestro verdadero carácter, y una vez que la impresión está hecha, es extremadamente difícil cambiarla. Nosotros somos nuestros objetivos. Si un hombre tiene objetivos elevados y los persigue cada día, es un hombre de éxito, en el momento adecuado tendrá éxito. Un hombre para el que los objetivos no son importantes no tendrá éxito, podrá imitarlos, pero no experimentará el sentimiento edificante de los campeones.
Los campeones educan su cuerpo y su mente. Los campeones aprovechan su potencial. Provienen de la gran masa heterogénea de personas y, en algún momento, brillan. Pero más allá de ese brillo, hay miles de horas de autoaprendizaje. ¿De dónde viene el verdadero éxito? Proviene del deseo de ser mejor. Establecer objetivos elevados y, una vez alcanzados, subir el listón para alcanzar otras metas.¿Cuál es el recurso más importante que condiciona directamente nuestro éxito?Las personas con mayor energía han comenzado a organizarse y disciplinarse.
Dejando de lado el dinero, cuando se emprende el camino del éxito, lo importante no es el dinero, sino el TIEMPO. La forma en que la utilizamos determina nuestro éxito personal. La diferencia entre una persona con éxito y otra sin éxito, independientemente de lo que haga, es que la primera utiliza cada franja horaria del día de forma extraordinariamente eficiente, mientras que la segunda no tiene un horario estricto y se limita a holgazanear y a quejarse de que está insatisfecha.
Cuando empezamos a organizarnos, sentimos una sensación de satisfacción, frente a la inutilidad del momento en que, al final del día, no hemos conseguido nada. Por otro lado, cuando nos damos cuenta de que nuestro tiempo en esta tierra es limitado y que en cualquier momento puede ocurrir un accidente o una situación de crisis, empezamos a disciplinarnos. Las personas con éxito en la vida han sido maestros de la autodisciplina.
La autodisciplina significa, ante todo, una organización rigurosa de los recursos, la eficacia y la racionalización. Si dejamos que el tiempo se agote, la vida se acaba. Y la vida es lo más precioso que tenemos.
