Los tiempos marcan acontecimientos. En un lugar junto a la gran mar para surcar, la raíz viviente, árbol de la justicia, prepara congregar la luz a las oscuridades, anegando la tierra plena. El árbol y Corona, emergen de la savia y fruto liberador. El único cuerpo de cielo y tierra ante el abismo incandescente, furor de tiempo, de anticristo. El cuerpo liberador, árbol y fruto entregarse de alimento eterno.
Cuerpo aniquilador, anticristo, reclamando el fruto de muerte eterna. Así, la Corona preparará el reino de todo Hijo de la Eucaristía.
Los tiempos marcan acontecimientos. En un lugar junto a la gran mar para surcar, la raíz viviente, árbol de la justicia, prepara congregar la luz a las oscuridades, anegando la tierra plena. El árbol y Corona, emergen de la savia y fruto liberador. El único cuerpo de cielo y tierra ante el abismo incandescente, furor de tiempo, de anticristo. El cuerpo liberador, árbol y fruto entregarse de alimento eterno.
Cuerpo aniquilador, anticristo, reclamando el fruto de muerte eterna. Así, la Corona preparará el reino de todo Hijo de la Eucaristía.