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Marzo de 1951. El inspector Mascarell y su esposa, Patro, están a punto de ser padres en una Barcelona inmersa en un período de agitación social. Un día, Pere Humet, un antiguo subordinado de Mascarell, le cuenta que Pinol, Amelia y Matarrodona, tres policías que también estuvieron bajo las órdenes del inspector, fueron juntos al exilio, al campo de refugiados de Argelès, y luego a Mauthausen. Sobrevivían en aquel infierno, pero el capricho de un mando alemán desencadenó el horror : obligó a Pinol a que matara de un disparo en la cabeza a Arnella.
Después, le ordenó que hiciera lo mismo con Humet, pero la pistola sólo tenía una bala. Humet juró vengarse de Pinol, que a partir de ese momento se convirtió en colaborador de los alemanes. Ahora sabe que el que pudo ser su asesino está en Barcelona y quiere hacer justicia, aunque está enfermo y no le queda mucho tiempo. Miguel lo cita al día siguiente, pero Humet no aparece. Cuando el inspector comienza a investigar encuentra los cuerpos del antiguo companero y el de su prima, apunalados.
El acusado es Nicolás, el exnovio de la chica, pero el instinto de policía de Miguel le dice que Nicolás no es el culpable.