Todos los ninos crecen, excepto uno. No tardan en saber que van a crecer y Wendy lo supo de la siguiente manera. Un día, cuando tenía dos anos, estaba jugando en un jardín, arrancó una flor más y corrió hasta su madre con ella. Supongo que debía estar encantadora, ya que la senora Darling se llevó la mano al corazón y exclamó : -¡Oh, por qué no podrás quedarte así para siempre ! No hablaron más del asunto, pero desde entonces Wendy supo que tenía que crecer.
Siempre se sabe eso a partir de los dos anos. Los dos anos marcan el principio del fin. Como es natural, vivían en el 14 y hasta que llegó Wendy su madre era la persona más importante. Era una senora encantadora, de mentalidad romántica y dulce boca burlona. Su mentalidad romántica era como esas cajitas, procedentes del misterioso Oriente, que van unas dentro de las otras y que por muchas que uno descubra siempre hay una más ; y su dulce boca burlona guardaba un beso que Wendy nunca pudo conseguir, aunque allí estaba, bien visible en la comisura derecha.
Todos los ninos crecen, excepto uno. No tardan en saber que van a crecer y Wendy lo supo de la siguiente manera. Un día, cuando tenía dos anos, estaba jugando en un jardín, arrancó una flor más y corrió hasta su madre con ella. Supongo que debía estar encantadora, ya que la senora Darling se llevó la mano al corazón y exclamó : -¡Oh, por qué no podrás quedarte así para siempre ! No hablaron más del asunto, pero desde entonces Wendy supo que tenía que crecer.
Siempre se sabe eso a partir de los dos anos. Los dos anos marcan el principio del fin. Como es natural, vivían en el 14 y hasta que llegó Wendy su madre era la persona más importante. Era una senora encantadora, de mentalidad romántica y dulce boca burlona. Su mentalidad romántica era como esas cajitas, procedentes del misterioso Oriente, que van unas dentro de las otras y que por muchas que uno descubra siempre hay una más ; y su dulce boca burlona guardaba un beso que Wendy nunca pudo conseguir, aunque allí estaba, bien visible en la comisura derecha.