Toda mi vida he sido consciente de la existencia de otros tiempos y de otros lugares. He sido consciente de la existencia de otras personas en mi interior. Y créame, lector, igual le ha sucedido a usted. Mire de nuevo en su ninez, y recordará esta conciencia de la que hablo como una experiencia de su infancia. Por aquel entonces usted no estaba acabado todavía, no estaba consumado. Era plástico, un alma fluctuante, una conciencia y una identidad en proceso de formación, de formación y olvido.
Ha olvidado mucho, querido lector, y aun así, al leer estas líneas, recuerda vagamente las visiones confusas de otros tiempos y de otros lugares que sus ojos de nino contemplaron. Hoy le parecen suenos. Sin embargo, aunque fuesen suenos, por tanto ya sonados, ¿de dónde surge su materia ? Los suenos no son más que una grotesca mezcla de las cosas que ya conocemos. La esencia de nuestros suenos más puros es la esencia de nuestra experiencia.
Cuando era nino sonó que caía de alturas prominentes ; sonó que volaba por el aire como vuelan los seres alados ; le turbaron aranas repulsivas y criaturas babosas de innumerables patas ; oyó otras voces, vio otras caras inquietantemente familiares, y contempló amaneceres y puestas de sol distintos a los que hoy, al mirar atrás, sabe que ha contemplado. Bien. Estas visiones infantiles son visiones de ensueno, de otra vida, cosas que nunca había visto en la vida que ahora está viviendo.
¿De dónde surgen, pues ? ¿De otras vidas ? ¿De otros mundos ? Quizá, cuando haya leído todo lo que voy a escribir, encontrará respuesta a las incógnitas que le he planteado y que usted mismo, antes de llegar a leerme, se había planteado también.
Toda mi vida he sido consciente de la existencia de otros tiempos y de otros lugares. He sido consciente de la existencia de otras personas en mi interior. Y créame, lector, igual le ha sucedido a usted. Mire de nuevo en su ninez, y recordará esta conciencia de la que hablo como una experiencia de su infancia. Por aquel entonces usted no estaba acabado todavía, no estaba consumado. Era plástico, un alma fluctuante, una conciencia y una identidad en proceso de formación, de formación y olvido.
Ha olvidado mucho, querido lector, y aun así, al leer estas líneas, recuerda vagamente las visiones confusas de otros tiempos y de otros lugares que sus ojos de nino contemplaron. Hoy le parecen suenos. Sin embargo, aunque fuesen suenos, por tanto ya sonados, ¿de dónde surge su materia ? Los suenos no son más que una grotesca mezcla de las cosas que ya conocemos. La esencia de nuestros suenos más puros es la esencia de nuestra experiencia.
Cuando era nino sonó que caía de alturas prominentes ; sonó que volaba por el aire como vuelan los seres alados ; le turbaron aranas repulsivas y criaturas babosas de innumerables patas ; oyó otras voces, vio otras caras inquietantemente familiares, y contempló amaneceres y puestas de sol distintos a los que hoy, al mirar atrás, sabe que ha contemplado. Bien. Estas visiones infantiles son visiones de ensueno, de otra vida, cosas que nunca había visto en la vida que ahora está viviendo.
¿De dónde surgen, pues ? ¿De otras vidas ? ¿De otros mundos ? Quizá, cuando haya leído todo lo que voy a escribir, encontrará respuesta a las incógnitas que le he planteado y que usted mismo, antes de llegar a leerme, se había planteado también.