Cuentos de Mí Mismo

Par : Unamuno miguel De
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  • Nombre de pages100
  • PrésentationBroché
  • Poids0.142 kg
  • Dimensions14,8 cm × 21,0 cm × 0,6 cm
  • ISBN979-10-418-1693-4
  • EAN9791041816934
  • Date de parution18/06/2023
  • ÉditeurCulturea

Résumé

" Era un domingo de verano ; domingo tras una semana laboriosa ; verano como corona de un invierno duro. El campo estaba sobre fondo verde vestido de florecillas rojas, y el día convidando a tenderse en mangas de camisa a la sombra de alguna encina y besar al cielo cerrando los ojos. Los muchachos reían y cuchicheaban bajo los árboles, y sobre éstos reían y cuchicheaban también los pájaros. La gente iba a misa mayor, y al encontrarse saludaban los unos a los otros como se saludan las gentes honradas.
Iban a dar a Dios gracias porque les dio en la pasada semana brazos y alegría para el trabajo, y a pedirle favor para la venidera. No había más novedad en el pueblo que la sentida muerte del buen Mateo, a los noventa y dos anos largos de edad, y de quien decían sus convecinos : "¡Angelito ! Dios se lo ha llevado al cielo. ¡Era un infeliz, el pobre... ! " ¿Quién no sabe que ser un infeliz es de mucha cuenta para gozar felicidad ? Si todos estaban alegres, si por ser domingo bailoteaba en el pecho de las muchachas el corazón con más gana y alborozo, si cantaban los pájaros y estaba azul el cielo y verde el campo, ¿por qué el pobre Juan estaba triste ? Porque Juan había sido alegre, bullicioso e infatigable juguetón ; porque a Juan nadie le conocía desgracia y sí abundantes dones del buen Dios, ¿no tenía acaso padres de que enorgullecerse, hermanos de que regocijarse, no escasa fortuna y deseos cumplidos ? "
" Era un domingo de verano ; domingo tras una semana laboriosa ; verano como corona de un invierno duro. El campo estaba sobre fondo verde vestido de florecillas rojas, y el día convidando a tenderse en mangas de camisa a la sombra de alguna encina y besar al cielo cerrando los ojos. Los muchachos reían y cuchicheaban bajo los árboles, y sobre éstos reían y cuchicheaban también los pájaros. La gente iba a misa mayor, y al encontrarse saludaban los unos a los otros como se saludan las gentes honradas.
Iban a dar a Dios gracias porque les dio en la pasada semana brazos y alegría para el trabajo, y a pedirle favor para la venidera. No había más novedad en el pueblo que la sentida muerte del buen Mateo, a los noventa y dos anos largos de edad, y de quien decían sus convecinos : "¡Angelito ! Dios se lo ha llevado al cielo. ¡Era un infeliz, el pobre... ! " ¿Quién no sabe que ser un infeliz es de mucha cuenta para gozar felicidad ? Si todos estaban alegres, si por ser domingo bailoteaba en el pecho de las muchachas el corazón con más gana y alborozo, si cantaban los pájaros y estaba azul el cielo y verde el campo, ¿por qué el pobre Juan estaba triste ? Porque Juan había sido alegre, bullicioso e infatigable juguetón ; porque a Juan nadie le conocía desgracia y sí abundantes dones del buen Dios, ¿no tenía acaso padres de que enorgullecerse, hermanos de que regocijarse, no escasa fortuna y deseos cumplidos ? "
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