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Manejar taxi es una aventura constante, no se siente el tiempo al volante: se sube y se baja mucha gente y siempre el taxista trata de entablar algún diálogo con el pasajero; a veces, lo logra. Muchos usuarios piensan que no se volverán a ver y se desahogan contando sus problemas, alegrías y hasta las maldades que hacen. Aquí se vive una aventura constante; hay riesgo a cada momento. Cuando trabaja en la noche, lo inesperado aumenta; lo que importa para el taxista es hacerse amigo del pasajero, comprenderlo.
Los ricos también lloran y se dan cuenta que una chequera no hace la felicidad. Como los niños, los borrachos se desahogan contando sus penas y alegrías, pero. hay carreras que salen gratis y el taxi se llena de sangre. DAVID (quien representa a muchos taxista) afirma: "Amigo, si yo le botara corriente* esta carrera se volveria larga y le costaria; además, un libro le queda corto para yo contarle y usted escribir mis aventuras".- ¿A como cobra por hora? - le pregunté.
- Eso es barato, a 10.000 pesitos no más.
