Religion y sociedad en España (Siglos XIX y XX). Seminario celebrado en la Casa de Velazquez (1994-1995)
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- FormatMulti-format
- ISBN978-84-9096-112-4
- EAN9788490961124
- Date de parution28/11/2017
- Protection num.NC
- Infos supplémentairesMulti-format incluant PDF avec W...
- ÉditeurCasa de Velazquez
Résumé
La España contemporánea vivió según su propia cronología, y su propio dramatismo, los cambios y las crisis de las sociedades occidentales. De hecho, las relaciones entre la Iglesia y el Estado orientaron, sin duda mucho más que en otros países, su historia. La hegemonía política y cultural de la España moderna, reivindicada por la derecha, estribaba en el catolicismo. Toda cuestión política tuvo en España un trasfondo religioso puesto que la religión abarcaba todas las esferas de la sociedad y el Estado dependía de la Iglesia.
Pero la sacralización por la derecha autoritaria de un pasado glorioso y de la organización estamental del Antiguo Régimen, confundidos con el catolicismo triunfante, contribuyó a forjar la imagen de un país enfrentado con la modernidad y que tenía dificultades para adaptarse a las exigencias del liberalismo económico y político. Lo que estuvo en juego en la lenta evolución de este fenómeno religioso fue la interpretación de la modernización y de la democratización de España.
La democracia, que pasó de ser un valor reivindicado por una minoría social a una exigencia compartida por amplios sectores, implicaba otra relación con una Iglesia que aceptara la cultura secular y renunciara a su concepción totalizadora de la sociedad.
Pero la sacralización por la derecha autoritaria de un pasado glorioso y de la organización estamental del Antiguo Régimen, confundidos con el catolicismo triunfante, contribuyó a forjar la imagen de un país enfrentado con la modernidad y que tenía dificultades para adaptarse a las exigencias del liberalismo económico y político. Lo que estuvo en juego en la lenta evolución de este fenómeno religioso fue la interpretación de la modernización y de la democratización de España.
La democracia, que pasó de ser un valor reivindicado por una minoría social a una exigencia compartida por amplios sectores, implicaba otra relación con una Iglesia que aceptara la cultura secular y renunciara a su concepción totalizadora de la sociedad.
La España contemporánea vivió según su propia cronología, y su propio dramatismo, los cambios y las crisis de las sociedades occidentales. De hecho, las relaciones entre la Iglesia y el Estado orientaron, sin duda mucho más que en otros países, su historia. La hegemonía política y cultural de la España moderna, reivindicada por la derecha, estribaba en el catolicismo. Toda cuestión política tuvo en España un trasfondo religioso puesto que la religión abarcaba todas las esferas de la sociedad y el Estado dependía de la Iglesia.
Pero la sacralización por la derecha autoritaria de un pasado glorioso y de la organización estamental del Antiguo Régimen, confundidos con el catolicismo triunfante, contribuyó a forjar la imagen de un país enfrentado con la modernidad y que tenía dificultades para adaptarse a las exigencias del liberalismo económico y político. Lo que estuvo en juego en la lenta evolución de este fenómeno religioso fue la interpretación de la modernización y de la democratización de España.
La democracia, que pasó de ser un valor reivindicado por una minoría social a una exigencia compartida por amplios sectores, implicaba otra relación con una Iglesia que aceptara la cultura secular y renunciara a su concepción totalizadora de la sociedad.
Pero la sacralización por la derecha autoritaria de un pasado glorioso y de la organización estamental del Antiguo Régimen, confundidos con el catolicismo triunfante, contribuyó a forjar la imagen de un país enfrentado con la modernidad y que tenía dificultades para adaptarse a las exigencias del liberalismo económico y político. Lo que estuvo en juego en la lenta evolución de este fenómeno religioso fue la interpretación de la modernización y de la democratización de España.
La democracia, que pasó de ser un valor reivindicado por una minoría social a una exigencia compartida por amplios sectores, implicaba otra relación con una Iglesia que aceptara la cultura secular y renunciara a su concepción totalizadora de la sociedad.