Más Paoli, menos Prozac. Relatos para leer en el Encava no es un libro: es una descarga verbal con sabor a calle, una carcajada que te deja pensando, una vidriera rota donde cada pedazo refleja el país que vivimos sin anestesia. Paoli no escribe: desarma. Mete las manos en el caos, revuelve el absurdo, y saca historias que huelen a gasolina, a grito materno, a vibrador extraviado y a tacón asesino.
Aquí no hay adorno ni pose. Hay una voz que se lanza sin miedo, que convierte el peo doméstico en filosofía de esquina, que agarra el humor negro como herramienta para sobrevivir. Desde el barrio La Carrucha hasta el Ministerio de los Tacones, cada relato es una bomba emocional disfrazada de chiste, una denuncia que se ríe para no llorar, una crónica que te pega como arepa caliente en la cara. Este libro es para los que crecieron entre preguntas sin respuesta, entre mamás que gritan desde la puerta y novias que caminan como si el pavimento fuera campo minado.
Para los que saben que el humor no es adorno, sino defensa. Que en este país no se vive: se sobrevive. Y que a veces, la única forma de entender el desastre es reírse con rabia. Si alguna vez te preguntaste por qué el plátano da 15 tajadas, por qué los terroristas se pintan las uñas, o por qué tu mamá lanza preguntas que ni Dios responde. este libro es tu manual. No lo leas: disfrútalo sin culpa. Porque aquí, hasta el pie fracturado se hace diputado, y hasta Aristóteles vende chicha en Barquisimeto
Más Paoli, menos Prozac. Relatos para leer en el Encava no es un libro: es una descarga verbal con sabor a calle, una carcajada que te deja pensando, una vidriera rota donde cada pedazo refleja el país que vivimos sin anestesia. Paoli no escribe: desarma. Mete las manos en el caos, revuelve el absurdo, y saca historias que huelen a gasolina, a grito materno, a vibrador extraviado y a tacón asesino.
Aquí no hay adorno ni pose. Hay una voz que se lanza sin miedo, que convierte el peo doméstico en filosofía de esquina, que agarra el humor negro como herramienta para sobrevivir. Desde el barrio La Carrucha hasta el Ministerio de los Tacones, cada relato es una bomba emocional disfrazada de chiste, una denuncia que se ríe para no llorar, una crónica que te pega como arepa caliente en la cara. Este libro es para los que crecieron entre preguntas sin respuesta, entre mamás que gritan desde la puerta y novias que caminan como si el pavimento fuera campo minado.
Para los que saben que el humor no es adorno, sino defensa. Que en este país no se vive: se sobrevive. Y que a veces, la única forma de entender el desastre es reírse con rabia. Si alguna vez te preguntaste por qué el plátano da 15 tajadas, por qué los terroristas se pintan las uñas, o por qué tu mamá lanza preguntas que ni Dios responde. este libro es tu manual. No lo leas: disfrútalo sin culpa. Porque aquí, hasta el pie fracturado se hace diputado, y hasta Aristóteles vende chicha en Barquisimeto