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Calor tropical, dinero y lujuria Henry Miller dijo una vez: "El destino de uno nunca es un lugar, sinosiempre una nueva forma de ver las cosas". Creo que es por esoque, en unas largas vacaciones, de mi trabajo como programador, aCartagena, Colombia, dejo que un expatriado estadounidense rico yhablador me cuente su historia. No me impresionó o, mejor dicho, sólo me interesó particularmente cuando conocí a su hermosaasistente y escuché rumores de que el hombre tenía un oscurosecreto.
Incluso entonces me intrigó sobre todo, sospecho, porqueconocer la verdad era una manera de llegar a conocerla a ella. Esta es una ficción moderna, una historia de justicia vigilante de altatecnología. Fue inspirado por una atmósfera tropical humeante, bebidas frías y cuerpos ágiles y sudorosos. Es la historia de cómo, en última instancia, la tentación de impartir justicia y satisfacermis propios deseos (poseer lo tangible e intangible) superó elsentido común y tal vez la decencia común que alguna vez tuve.
Pero entonces, la traición por una causa digna puede tener un sabor muydulce, aunque al final nunca sea del todo clara, quien sedujo a quien todavía puede tener un final feliz.