El último invierno
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- FormatePub
- ISBN978-1-4661-8408-4
- EAN9781466184084
- Date de parution01/02/2012
- Protection num.pas de protection
- Infos supplémentairesepub
- ÉditeurWild Bohr Press
Résumé
Con el acreditado procedimiento de decir que se reescribe o reproducetal cual un manuscrito hallado. Aquí, claro es, puesto que de personaje de estos mismos días se trata, el manuscrito es sacado a verde pantalla por la hija del finado, de un conspicuo disquet. El protagonista ha vivido la lucha, la ilusión, la esperanza del tardofranquismo y la transición. Se supone que también el consiguiente desencanto diluido en toda la crónica nacional que el relato conlleva.
Vivir a pleno pulmón de deportista, con sus hazañas de ascensiones alpinas, y la admiración de sus fraternos héroes. Inquieto escolar, con sus recorridos por España y toda Europa en un destartalado doscaballos, en compañía de otra que tal y buena moza, que le gusta a rabiar, pero refractaria, inexplicablemente en tan prolongada intimidad, a dejarse tocar un pelo. Muchas aventuras de amor, de viajes, de ilusionada gestión humanitarista y cultural, de intensa relación familiar: Esa hija que decidirá publicar el manuscrito -no muy conforme con su retrato en él- y esa su esposa, Berta, a quienhabía inculcado la libertad que él mismo ejercitaba a todo trapo, pero a cuyos efectos, ¡ay!, el absoluto abandono conyugal, no pudo sobrevivir.
Sin duda su desaparición es el suicidio por ello. Eligiendo una de las alturas pirenaicas que le fueron favoritas. De la que escribiera, él mismo cuan hermoso sería tal lugar para morir. Tanta vocación solidaria ocultaba, como en el colofón escribe su hija, un espíritu solitario. De este modo, El último invierno, podía entenderse que todo el relato, la confesión, el reflexivo y ambiguo memorial que constituye este libro, este supuesto documento confesional, es el drama y al mismo tiempo la exaltación felicitaria de un solitario irreductible que se expresa en las manifestaciones apasionadas de fervorosas, incidentales e reincidentes camaraderías, sus relaciones con los demás -sean amantes, colaboradores, colegas, conmilitones, amén de su esposa, hija, hermanos etc.-, con el temor a ese compromiso de axial y rendida univocidad que llega a dejar "su cuidado -como diría San Juan de la Cruz- entre las azucenas olvidado".
Vivir a pleno pulmón de deportista, con sus hazañas de ascensiones alpinas, y la admiración de sus fraternos héroes. Inquieto escolar, con sus recorridos por España y toda Europa en un destartalado doscaballos, en compañía de otra que tal y buena moza, que le gusta a rabiar, pero refractaria, inexplicablemente en tan prolongada intimidad, a dejarse tocar un pelo. Muchas aventuras de amor, de viajes, de ilusionada gestión humanitarista y cultural, de intensa relación familiar: Esa hija que decidirá publicar el manuscrito -no muy conforme con su retrato en él- y esa su esposa, Berta, a quienhabía inculcado la libertad que él mismo ejercitaba a todo trapo, pero a cuyos efectos, ¡ay!, el absoluto abandono conyugal, no pudo sobrevivir.
Sin duda su desaparición es el suicidio por ello. Eligiendo una de las alturas pirenaicas que le fueron favoritas. De la que escribiera, él mismo cuan hermoso sería tal lugar para morir. Tanta vocación solidaria ocultaba, como en el colofón escribe su hija, un espíritu solitario. De este modo, El último invierno, podía entenderse que todo el relato, la confesión, el reflexivo y ambiguo memorial que constituye este libro, este supuesto documento confesional, es el drama y al mismo tiempo la exaltación felicitaria de un solitario irreductible que se expresa en las manifestaciones apasionadas de fervorosas, incidentales e reincidentes camaraderías, sus relaciones con los demás -sean amantes, colaboradores, colegas, conmilitones, amén de su esposa, hija, hermanos etc.-, con el temor a ese compromiso de axial y rendida univocidad que llega a dejar "su cuidado -como diría San Juan de la Cruz- entre las azucenas olvidado".
Con el acreditado procedimiento de decir que se reescribe o reproducetal cual un manuscrito hallado. Aquí, claro es, puesto que de personaje de estos mismos días se trata, el manuscrito es sacado a verde pantalla por la hija del finado, de un conspicuo disquet. El protagonista ha vivido la lucha, la ilusión, la esperanza del tardofranquismo y la transición. Se supone que también el consiguiente desencanto diluido en toda la crónica nacional que el relato conlleva.
Vivir a pleno pulmón de deportista, con sus hazañas de ascensiones alpinas, y la admiración de sus fraternos héroes. Inquieto escolar, con sus recorridos por España y toda Europa en un destartalado doscaballos, en compañía de otra que tal y buena moza, que le gusta a rabiar, pero refractaria, inexplicablemente en tan prolongada intimidad, a dejarse tocar un pelo. Muchas aventuras de amor, de viajes, de ilusionada gestión humanitarista y cultural, de intensa relación familiar: Esa hija que decidirá publicar el manuscrito -no muy conforme con su retrato en él- y esa su esposa, Berta, a quienhabía inculcado la libertad que él mismo ejercitaba a todo trapo, pero a cuyos efectos, ¡ay!, el absoluto abandono conyugal, no pudo sobrevivir.
Sin duda su desaparición es el suicidio por ello. Eligiendo una de las alturas pirenaicas que le fueron favoritas. De la que escribiera, él mismo cuan hermoso sería tal lugar para morir. Tanta vocación solidaria ocultaba, como en el colofón escribe su hija, un espíritu solitario. De este modo, El último invierno, podía entenderse que todo el relato, la confesión, el reflexivo y ambiguo memorial que constituye este libro, este supuesto documento confesional, es el drama y al mismo tiempo la exaltación felicitaria de un solitario irreductible que se expresa en las manifestaciones apasionadas de fervorosas, incidentales e reincidentes camaraderías, sus relaciones con los demás -sean amantes, colaboradores, colegas, conmilitones, amén de su esposa, hija, hermanos etc.-, con el temor a ese compromiso de axial y rendida univocidad que llega a dejar "su cuidado -como diría San Juan de la Cruz- entre las azucenas olvidado".
Vivir a pleno pulmón de deportista, con sus hazañas de ascensiones alpinas, y la admiración de sus fraternos héroes. Inquieto escolar, con sus recorridos por España y toda Europa en un destartalado doscaballos, en compañía de otra que tal y buena moza, que le gusta a rabiar, pero refractaria, inexplicablemente en tan prolongada intimidad, a dejarse tocar un pelo. Muchas aventuras de amor, de viajes, de ilusionada gestión humanitarista y cultural, de intensa relación familiar: Esa hija que decidirá publicar el manuscrito -no muy conforme con su retrato en él- y esa su esposa, Berta, a quienhabía inculcado la libertad que él mismo ejercitaba a todo trapo, pero a cuyos efectos, ¡ay!, el absoluto abandono conyugal, no pudo sobrevivir.
Sin duda su desaparición es el suicidio por ello. Eligiendo una de las alturas pirenaicas que le fueron favoritas. De la que escribiera, él mismo cuan hermoso sería tal lugar para morir. Tanta vocación solidaria ocultaba, como en el colofón escribe su hija, un espíritu solitario. De este modo, El último invierno, podía entenderse que todo el relato, la confesión, el reflexivo y ambiguo memorial que constituye este libro, este supuesto documento confesional, es el drama y al mismo tiempo la exaltación felicitaria de un solitario irreductible que se expresa en las manifestaciones apasionadas de fervorosas, incidentales e reincidentes camaraderías, sus relaciones con los demás -sean amantes, colaboradores, colegas, conmilitones, amén de su esposa, hija, hermanos etc.-, con el temor a ese compromiso de axial y rendida univocidad que llega a dejar "su cuidado -como diría San Juan de la Cruz- entre las azucenas olvidado".