El Carlismo hasta la transición democrática
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- FormatMulti-format
- ISBN978-84-943367-9-9
- EAN9788494336799
- Date de parution15/07/2015
- Protection num.NC
- Infos supplémentairesMulti-format incluant ePub sans ...
- ÉditeurEditorial Manuscritos
Résumé
La disidencia popular carlista nació en 1833, producto de un enfrentamiento dinástico tras la muerte del rey Fernando VII. Pero tras el tema dinástico, unos fueron partidarios del hermano del difunto Fernando, don Carlos de Borbón, otros de su hija, la futura Isabel II, latía, pues, una fuerte escisión ideológica que llegó a transformarse en una protesta social. La llamada "cuestión dinástica" fue la mecha que hizo estallar el polvorín ochocentista español.
Los carlistas se enfrentaron a los gubernamentales en tres largas guerras civiles.
La primera fue liderada por el primer Don Carlos, denominado Carlos V en la genealogía legitimista y transcurrió de 1833 a 1839. La segunda, conocida como la "guerra de los matiners", se inició en 1846 y finalizó en 1849, siendo dirigida por Carlos VI, Conde de Montemolín -hijo de Carlos V- y el mítico general Ramón Cabrera. Y la tercera, desde 1872 hasta 1876, la de Carlos VII, fue la última gran contienda propiamente carlista.
La gran reivindicación carlista, los Fueros para todas las comunidades, regiones o nacionalidades españolas, se saldó con la supresión de lo que quedaba de ellos en el País Vasco en 1876. El Partido Carlista inició a partir de entonces el intento de participar en el juego parlamentario, abandonando la lucha armada.
La primera fue liderada por el primer Don Carlos, denominado Carlos V en la genealogía legitimista y transcurrió de 1833 a 1839. La segunda, conocida como la "guerra de los matiners", se inició en 1846 y finalizó en 1849, siendo dirigida por Carlos VI, Conde de Montemolín -hijo de Carlos V- y el mítico general Ramón Cabrera. Y la tercera, desde 1872 hasta 1876, la de Carlos VII, fue la última gran contienda propiamente carlista.
La gran reivindicación carlista, los Fueros para todas las comunidades, regiones o nacionalidades españolas, se saldó con la supresión de lo que quedaba de ellos en el País Vasco en 1876. El Partido Carlista inició a partir de entonces el intento de participar en el juego parlamentario, abandonando la lucha armada.
La disidencia popular carlista nació en 1833, producto de un enfrentamiento dinástico tras la muerte del rey Fernando VII. Pero tras el tema dinástico, unos fueron partidarios del hermano del difunto Fernando, don Carlos de Borbón, otros de su hija, la futura Isabel II, latía, pues, una fuerte escisión ideológica que llegó a transformarse en una protesta social. La llamada "cuestión dinástica" fue la mecha que hizo estallar el polvorín ochocentista español.
Los carlistas se enfrentaron a los gubernamentales en tres largas guerras civiles.
La primera fue liderada por el primer Don Carlos, denominado Carlos V en la genealogía legitimista y transcurrió de 1833 a 1839. La segunda, conocida como la "guerra de los matiners", se inició en 1846 y finalizó en 1849, siendo dirigida por Carlos VI, Conde de Montemolín -hijo de Carlos V- y el mítico general Ramón Cabrera. Y la tercera, desde 1872 hasta 1876, la de Carlos VII, fue la última gran contienda propiamente carlista.
La gran reivindicación carlista, los Fueros para todas las comunidades, regiones o nacionalidades españolas, se saldó con la supresión de lo que quedaba de ellos en el País Vasco en 1876. El Partido Carlista inició a partir de entonces el intento de participar en el juego parlamentario, abandonando la lucha armada.
La primera fue liderada por el primer Don Carlos, denominado Carlos V en la genealogía legitimista y transcurrió de 1833 a 1839. La segunda, conocida como la "guerra de los matiners", se inició en 1846 y finalizó en 1849, siendo dirigida por Carlos VI, Conde de Montemolín -hijo de Carlos V- y el mítico general Ramón Cabrera. Y la tercera, desde 1872 hasta 1876, la de Carlos VII, fue la última gran contienda propiamente carlista.
La gran reivindicación carlista, los Fueros para todas las comunidades, regiones o nacionalidades españolas, se saldó con la supresión de lo que quedaba de ellos en el País Vasco en 1876. El Partido Carlista inició a partir de entonces el intento de participar en el juego parlamentario, abandonando la lucha armada.