- Accueil /
- Cesar Ribie
Cesar Ribie

Dernière sortie
Littérature d'Espagne du Siècle d'or à aujourd'hui
La pata de cabra
CUPIDO. - ¡Insensato ! ¿Qué haces ? JUAN. - ¡Gran Dios ! ¡Qué prodigio ! ¡Eh ! ¿No lo dije yo que todo me ha de salir mal, cuando no puedo lograr ni aun matarme ? CUPIDO. - ¿Matarte ? Tonto, ¿y por qué? JUAN. - Me gusta la pregunta. Después de haber causado tú solo mis males, nino maligno, ¿aún preguntas qué motivos tengo para aborrecer la vida ? CUPIDO. - Calla, calla, que eres tú más nino que yo.
Pues, hombre, si todos los que tienen quejas de mí recurrieran al suicidio, ¿dónde iba a parar el mundo ? ¡Ay, cuántas viudas ! JUAN. - ¿Qué quieres ? Viéndome o creyéndome abandonado de ti, la muerte me pareció mi único amparo. Acudí a ella con franqueza... porque, ya ves, yo he sido médico. (Se ríe CUPIDO.) Vamos, no deja de ser mérito. CUPIDO. - Pero, ¿y de dónde, ingrato, pudiste inferir que yo te abandonaba ? Así sois todos : al menor contratiempo me acusáis, cuando vuestra pusilanimidad o vuestra natural inconstancia siempre son las únicas causas de los males que me atribuís.
Cansados de la perseverancia que exijo de todos los que aspiran a mis favores, el uno va cada día a imitar hipócritamente a los pies de nueva dama un lenguaje que no inspiro yo más de una vez, y luego dicen : "Ya se ve, como ese picarillo tiene alas. "... Otro, tomándolo más a lo vivo, se desespera, se mata. "El amor es un monstruo" , exclaman todos. Pobre de mí, y cuán injustos son los mortales con un pobre nino que...
Pues, hombre, si todos los que tienen quejas de mí recurrieran al suicidio, ¿dónde iba a parar el mundo ? ¡Ay, cuántas viudas ! JUAN. - ¿Qué quieres ? Viéndome o creyéndome abandonado de ti, la muerte me pareció mi único amparo. Acudí a ella con franqueza... porque, ya ves, yo he sido médico. (Se ríe CUPIDO.) Vamos, no deja de ser mérito. CUPIDO. - Pero, ¿y de dónde, ingrato, pudiste inferir que yo te abandonaba ? Así sois todos : al menor contratiempo me acusáis, cuando vuestra pusilanimidad o vuestra natural inconstancia siempre son las únicas causas de los males que me atribuís.
Cansados de la perseverancia que exijo de todos los que aspiran a mis favores, el uno va cada día a imitar hipócritamente a los pies de nueva dama un lenguaje que no inspiro yo más de una vez, y luego dicen : "Ya se ve, como ese picarillo tiene alas. "... Otro, tomándolo más a lo vivo, se desespera, se mata. "El amor es un monstruo" , exclaman todos. Pobre de mí, y cuán injustos son los mortales con un pobre nino que...
CUPIDO. - ¡Insensato ! ¿Qué haces ? JUAN. - ¡Gran Dios ! ¡Qué prodigio ! ¡Eh ! ¿No lo dije yo que todo me ha de salir mal, cuando no puedo lograr ni aun matarme ? CUPIDO. - ¿Matarte ? Tonto, ¿y por qué? JUAN. - Me gusta la pregunta. Después de haber causado tú solo mis males, nino maligno, ¿aún preguntas qué motivos tengo para aborrecer la vida ? CUPIDO. - Calla, calla, que eres tú más nino que yo.
Pues, hombre, si todos los que tienen quejas de mí recurrieran al suicidio, ¿dónde iba a parar el mundo ? ¡Ay, cuántas viudas ! JUAN. - ¿Qué quieres ? Viéndome o creyéndome abandonado de ti, la muerte me pareció mi único amparo. Acudí a ella con franqueza... porque, ya ves, yo he sido médico. (Se ríe CUPIDO.) Vamos, no deja de ser mérito. CUPIDO. - Pero, ¿y de dónde, ingrato, pudiste inferir que yo te abandonaba ? Así sois todos : al menor contratiempo me acusáis, cuando vuestra pusilanimidad o vuestra natural inconstancia siempre son las únicas causas de los males que me atribuís.
Cansados de la perseverancia que exijo de todos los que aspiran a mis favores, el uno va cada día a imitar hipócritamente a los pies de nueva dama un lenguaje que no inspiro yo más de una vez, y luego dicen : "Ya se ve, como ese picarillo tiene alas. "... Otro, tomándolo más a lo vivo, se desespera, se mata. "El amor es un monstruo" , exclaman todos. Pobre de mí, y cuán injustos son los mortales con un pobre nino que...
Pues, hombre, si todos los que tienen quejas de mí recurrieran al suicidio, ¿dónde iba a parar el mundo ? ¡Ay, cuántas viudas ! JUAN. - ¿Qué quieres ? Viéndome o creyéndome abandonado de ti, la muerte me pareció mi único amparo. Acudí a ella con franqueza... porque, ya ves, yo he sido médico. (Se ríe CUPIDO.) Vamos, no deja de ser mérito. CUPIDO. - Pero, ¿y de dónde, ingrato, pudiste inferir que yo te abandonaba ? Así sois todos : al menor contratiempo me acusáis, cuando vuestra pusilanimidad o vuestra natural inconstancia siempre son las únicas causas de los males que me atribuís.
Cansados de la perseverancia que exijo de todos los que aspiran a mis favores, el uno va cada día a imitar hipócritamente a los pies de nueva dama un lenguaje que no inspiro yo más de una vez, y luego dicen : "Ya se ve, como ese picarillo tiene alas. "... Otro, tomándolo más a lo vivo, se desespera, se mata. "El amor es un monstruo" , exclaman todos. Pobre de mí, y cuán injustos son los mortales con un pobre nino que...
Les livres de Cesar Ribie

Manon Lescaut ou La courtisane vertueuse, pour servir de suite au theatre de société. Sujet tiré du roman de M. l'abbé Prevôt
Antoine françois Prévost, Cesar Ribie
16,00 €