Aitor Campoverde

En 1951, la humanidad desenterró su propia perdición. Durante una excavación en el Cáucaso, apareció un objeto imposible: una perla negra, viva, palpitante, a la que los científicos llamaron Ether. Nadie sabía de dónde venía ni qué era, pero su poder era innegable. Capaz de reaccionar con los metales, de "elegir" con quién unirse, el Ether desató temor y codicia a partes iguales. Dos bandos surgieron de aquel descubrimiento: La Alianza, decidida a custodiar el Ether y mantenerlo lejos de las manos humanas, y La Militancia, dispuesta a liberarlo sin importar las consecuencias.
Cuando las palabras fallaron, la guerra comenzó. Ciudades fueron arrasadas, niños sepultados bajo escombros, y las sombras de ambos bandos cubrieron el planeta. Pero nada se comparó al Cataclismo: el día en que el Ether fue lanzado al espacio y saboteado en pleno ascenso. La explosión lo fragmentó en diez piezas, las temidas Perfracciones, dispersas por el mundo. Una década después, la carrera por recuperar las Perfracciones desencadenó una revolución tecnológica sin precedentes: trajes wolfrámicos que respondían al sistema nervioso, armas de plasma que devoraban el acero, y soldados capaces de manipular fuego y agua gracias a las misteriosas perlas.
Hoy, la guerra continúa. No por poder. No por banderas. Sino para resucitar al Ether.