Littérature d'Espagne du Siècle d'or à aujourd'hui
El milagro del hermanuco. .

Par : Emilia Pardo Bazán

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  • Nombre de pages62
  • PrésentationBroché
  • Poids0.094 kg
  • Dimensions14,8 cm × 21,0 cm × 0,4 cm
  • ISBN979-10-418-1229-5
  • EAN9791041812295
  • Date de parution17/06/2023
  • ÉditeurCulturea

Résumé

Para contrastes, el de la comunidad de Recoletas de Marineda con su hermanuco, donado o sacristán, que no sé a punto cierto cuál de estos nombres le cae mejor. Son las Recoletas de Marineda ejemplo de austeridad monástica ; gastan camisa de estamena ; comen de vigilia todo el ano ; se acuestan en el suelo, sobre las losas húmedas, con una piedra por almohada ; se disciplinan cruelmente ; se levantan a las tres de la manana para orar en el coro ; hablan al través de doble reja y un velo tupido ; para consultar con el médico no descubren la cara, y son tan pobres, que los republicanos carniceros o polleros del mercado y las lengüilargas verduleras, al ver pasar al hermanuco con la cesta, deslizan en ella el pedazo de vaca, el par de huevos, la patata, el cuarto de gallina, el torrezno, diciendo expresivamente : "Que sea para las madres, ¿eh ? ; para las enfermas".
Porque saben que siempre hay en la enfermería dos o tres recoletas, lo menos, y que si no lo reciben de limosna, no tendrían caldo, pues ni la regla ni la necesidad les permiten salir de bacalao y sardina. No quedaban tranquilas, sin embargo, las caritativas verduleras, y lo probaba lo recalcado de la frase : "Que sea para las madres, ¿eh ? " Porque así como se figuraban a las recoletas escuálidas, magras, amarillas y puntiagudas, así veían de rechoncho, barrigón, coloradote y enjundioso al donado.
Constábales, además -y a alguna por experiencia-, que el ejemplo de las madres surtía en el donado efectos contraproducentes, y que tanto cuanto eran las madres de castísimas, humildes, ayunadoras y sufridoras, era el donado... de todos los vicios opuestos a estas virtudes. No obstante, su humor jovial y bufonesco, sus cuentos verdes, sus equívocos, sus dicharachos, sus sátiras, le habían granjeado cierta popularidad en puestos y tenduchos.
Para contrastes, el de la comunidad de Recoletas de Marineda con su hermanuco, donado o sacristán, que no sé a punto cierto cuál de estos nombres le cae mejor. Son las Recoletas de Marineda ejemplo de austeridad monástica ; gastan camisa de estamena ; comen de vigilia todo el ano ; se acuestan en el suelo, sobre las losas húmedas, con una piedra por almohada ; se disciplinan cruelmente ; se levantan a las tres de la manana para orar en el coro ; hablan al través de doble reja y un velo tupido ; para consultar con el médico no descubren la cara, y son tan pobres, que los republicanos carniceros o polleros del mercado y las lengüilargas verduleras, al ver pasar al hermanuco con la cesta, deslizan en ella el pedazo de vaca, el par de huevos, la patata, el cuarto de gallina, el torrezno, diciendo expresivamente : "Que sea para las madres, ¿eh ? ; para las enfermas".
Porque saben que siempre hay en la enfermería dos o tres recoletas, lo menos, y que si no lo reciben de limosna, no tendrían caldo, pues ni la regla ni la necesidad les permiten salir de bacalao y sardina. No quedaban tranquilas, sin embargo, las caritativas verduleras, y lo probaba lo recalcado de la frase : "Que sea para las madres, ¿eh ? " Porque así como se figuraban a las recoletas escuálidas, magras, amarillas y puntiagudas, así veían de rechoncho, barrigón, coloradote y enjundioso al donado.
Constábales, además -y a alguna por experiencia-, que el ejemplo de las madres surtía en el donado efectos contraproducentes, y que tanto cuanto eran las madres de castísimas, humildes, ayunadoras y sufridoras, era el donado... de todos los vicios opuestos a estas virtudes. No obstante, su humor jovial y bufonesco, sus cuentos verdes, sus equívocos, sus dicharachos, sus sátiras, le habían granjeado cierta popularidad en puestos y tenduchos.
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